“Tenemos que aplicar una
política que baje el gasto público para reducir el déficit fiscal”. Algunas
frases que se sienten y marcan el rumbo de la economía de un país influyen de
manera directa en el bienestar de las personas individualmente consideradas.
Angus Deaton obtuvo el
premio Nobel de Economía en el año 2015 por sus estudios sobre consumo, pobreza
y bienestar social y es la persona en la cual se inspira este artículo. Cuando
la macroeconomía se olvida de la gente, generalmente se da por decisiones de
política económica que afectan el día a día de las personas.
El fin de todo ser humano es
encontrar la felicidad. La sociedad del consumo nos hizo creer que más felices
somos mientras más consumo realizamos. Esta idea es pasajera. Hay muchas otras
sensaciones que nos dan felicidad y son, por ejemplo, compartir tiempo con
nuestra familia y amigos, vivir nuevas experiencias a través de viajes, la
autorrealización en el ámbito laboral, alcanzar los objetivos profesionales que
uno se va planteando a lo largo de su vida, entre otras experiencias.
Pues bien, muchas veces los
objetivos económicos de quien maneja los destinos de un país se encuentran
enfrentados con este anhelo de felicidad. Es muy difícil analizar caso por
caso, pero una persona que pierde su empleo desencadena muchos sentimientos
negativos, más si es sostén del hogar con el problema económico que ello
conlleva. Es complejo abordar estos temas, sin embargo, la pregunta a
efectuarse es ¿Cómo salir de una crisis económica sin afectar la felicidad de
las personas que habitan un determinado
país? Muy complicado por cierto. Más sencillo es “pegarle” a quien debe tomar
las decisiones que ponerse en su lugar. Lo correcto sería que en tiempos de bonanza
económica los excedentes se utilicen para tapar los agujeros que se presentan
cuando las cosas van mal. Sin embargo, esto es muy difícil si un país a lo
largo de su historia ha gastado más de lo que ingreso. Entonces, ¿Quién paga
los efectos de los ajustes? Las clases menos pudientes de la sociedad.
Las políticas de
“austeridad” deben ser cuidadosamente aplicadas, quizás inyectando dinero en
los sectores más descuidados y recortando en otros que pueden “aguantar” los
efectos de la crisis con menor impacto.
Es cierto que no se puede
dibujar el hecho de que el aumento de consumo en una sociedad sea una muestra
de felicidad cuando el país estructuralmente se cae a pedazos, es decir, vivir
en una burbuja. Un desarrollo serio y comprometido debe ir acompañado de
políticas que incentiven el crecimiento sostenido y una redistribución de la
riqueza más equitativa, brindando un mayor nivel educativo, mejores sistemas de
salud, acceso a la alimentación y trabajo digno para todos.
Partiendo de esta base,
podremos poner en tela de juicio otros factores que se encuentran inmersos en
la compleja palabra felicidad. Mientras existan sectores que no pueden
satisfacer sus necesidades básicas, todo lo demás queda en la nada.
Autor: Hugo F. Freyre
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/Angus-Deaton-economista-preocupado-marginalidad_0_1447655405.html
Imagen: https://www.google.com.ar/search?q=ajuste&espv=2&biw=1242&bih=585&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjxj9bIrY3OAhXCfpAKHcaDCx8Q_AUIBigB#tbm=isch&q=desigualdad&imgrc=B3onrGzZnQfQCM%3A